viernes, 8 de junio de 2007

CERRANDO CIRCULOS


Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.
Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario,
pierdes la alegría y el sentido del resto.
Cerrando círculos, O cerrando puertas, O cerrando capítulos.
Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar
ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó con su trabajo?,¿Se acabó la relación?,¿Ya no vive
más en esa casa?, ¿Debe irse de viaje?,¿La amistad se acabó?
Puede pasarse mucho tiempo de su presente “revolcándose” en
los porqué, en devolver el casette y tratar de entender por qué
sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito porque en
la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y
todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja,
a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir
adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera
preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar,
hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni
adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni
tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
No. ¡los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan
importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa,
papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o
regalar.
Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de
superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega
con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar.
Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que
tenemos en el presente. El pasado ya pasó. No espere que le
devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que alguna
vez se den cuenta de quién es usted. Suelte el resentimiento, el
prender “su televisor personal” para darle y darle al asunto, lo único
que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda
por la vida dejando ‘puertas abiertas”, por sí acaso, nunca podrá
desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o
amistades que no clausuran, posibilidades de “regresar” (a qué?),
necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios
que lo invadieron ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo!, si no,
déjelo ir, cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no
vuelve.
Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque usted ya no encaja allí,
en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en
ese escritorio, en ese oficio.
Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses,
hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver. Cierre la puerta,
pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al
que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada
es estático.
Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está
en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una
persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque:
cuando usted vino a este mundo ‘llegó’ sin ese adhesivo, por lo tanto
es “costumbre” vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a
vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir.
Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede
lograr porque, le repito, nada ni nadie nos es indispensable.
Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero .... cierre, clausure, limpie,
tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para
significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará
definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.
¡Esa es la vida!

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