martes, 27 de marzo de 2007

EL BAMBU JAPONES ANTHONY ROBBINS


No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de 
buena 
semilla, buen abono y riego constante.
También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente 
frente a 
la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, 
gritándole 
con todas sus fuerzas:
¡Crece, maldita seas!
  Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo 
transforma 
en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.
En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete 
años, a 
tal punto,que un cultivador inexperto estaría convencido de haber 
comprado 
semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas 
la 
planta de bambú crece ¡mas de 30 metros!
 
 
¿Tardo solo seis semanas crecer?
No, la verdad es que se tomo siete años y seis semanas en 
desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú 
estaba 
generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el 
crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar 
soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es 
simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere 
tiempo. 
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a 
resultados 
en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto 
de 
conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito 
aquellos 
que luchan en forma perseverante y coherente y saben esperar el momento 
adecuado.
 
 
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos 
frente a situaciones en las que creemos que nada esta sucediendo.
Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración 
del 
bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos -, ni 
abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí esta sucediendo 
algo 
dentro nuestro:
estamos creciendo, madurando. Quienes no se dan por vencidos, van 
gradual e 
imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá 
sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es mas que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un 
proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar 
otros.
Un proceso que exige cambios.....
Tiempo...
Cómo nos cuestan las esperas. Qué poco ejercitamos la paciencia en este 
mundo agitado en el que vivimos...
Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del 
taxi...
nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué...
Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que 
esperábamos, 
abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de 
la 
ansiedad, del estrés...
 
 
¿Para qué?
Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la 
aceptación. 
Gobernar aquella toxina llamada impaciencia, misma que nos envenena el 
alma. 
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá solo estés 
echando 
raíces....
Mario Rodríguez Padrés
"Lo que configura nuestras vidas para bien o para mal no es aquello que 
hacemos de vez en cuando, sino lo que hacemos en forma consistente" 
Anthony Robbins
 

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